6. El prestigio docente

 Tras haber leído las propuestas educativas que se plasman en el Libro Blanco de la Profesión Docente y su Entorno Escolar,  redactado por José Antonio Marina junto con Carmen Pellicer y Jesús Manso, me gustaría detenerme a analizar una de ellas, que considero de las más fructíferas en lo que se refiere a un nuevo modo de concebir la educación. Como ya sabemos, una de las grandes problemáticas que se dan en el ámbito educativo tiene que ver con la formación que reciben los docentes en sus estudios de posgrado. Hay quienes piensan que una formación completa del profesorado debería poseer una parte práctica de mayor peso, mientras que otros no lo consideran tan necesario. 

Más allá de este debate, la propuesta sexta de este libro blanco aborda un tema que no tiene tanto que ver con la misma formación del profesorado, sino con la importancia del prestigio de la profesión. En este punto, se dice en líneas generales que la educación debería ser una profesión que se elija desde el compromiso, con la intención de ofrecer un servicio de calidad a la comunidad. Para ello es necesario, no solo que se dedique más o menos tiempo a formar a nuestros profesores, sino también que esta profesión adquiera cierto prestigio social. No podemos esperar un cambio positivo en el sistema si la elección de ser profesor depende de la comodidad laboral o académica de los estudiantes. Es necesario concienciarnos de que, si en un futuro vamos a ser responsables de la conformación de nuestras generaciones más jóvenes, deberíamos asumir esta tarea como algo trascendente y no como un simple medio de subsitencia para nosostros mismos. Por supuesto, debemos contar con el apoyo del Estado en esta tarea, pues el reconocimiento económico a través de los salarios también contribuye al posicionamiento social de la profesión. 

Todos estos factores nos revelan la importancia de la percepción social de la educación y su posicionamiento en el mundo laboral. La responsabilización de los docentes con su tarea va más allá de la realización de un oficio cualquiera. Esto es así por la relevancia social que tiene el proceso esducativo en la transmisión de los valores característicos de nuestra sociedad, de los cuales se busca que perduren de la forma mas ilesa posible. Por ello, concluimos que es necesario un ejercicio de concienciación social que aporte a la tarea del educador el prestigio que se merece.

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